Ernesto Sábato y los retos de la divulgación científica

Alguien me pide una explicación de la teoría de Einstein. Con mucho entusiasmo, le hablo de tensores y geodésicas tetradimensionales.

– No he entendido una sola palabra – me dice, estupefacto.

Reflexiono unos instantes y luego, con menos entusiasmo, le doy una explicación menos técnica, conservando algunas geodésicas, pero haciendo intervenir aviadores y disparos de revólver.

– Ya entiendo casi todo – me dice mi amigo, con bastante alegría -. Pero hay algo que todavía no entiendo: esas geodésicas, esas coordenadas …

Deprimido, me sumo en una larga concentración mental y termino por abandonar para siempre las geodésicas y las coordenadas; con verdadera ferocidad, me dedico exclusivamente a aviadores que fuman mientras viajan con la velocidad de la luz, jefes de estación que disparan un revólver con la mano derecha y verifican tiempos con un cronómetro que tienen en la mano izquierda, trenes y campanas.

– Ahora sí, ahora entiendo la relatividad! – exclama mi amigo con alegría.

– Sí, – le respondo amargamente -, pero ahora no es más la relatividad.

Este breve relato de Ernesto Sábato, aparecido en su primer libro Uno y el Universo, me parece que resume e ilustra a la perfección las dificultades a las que se debe enfrentar cualquier divulgador científico, que hace malabarismos constantes para hablar realmente de ciencia sin caer en las frivolidades.

Fuente

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9 Respuestas a “Ernesto Sábato y los retos de la divulgación científica

  1. Pingback:Enlaces yuriesféricos del 16/04/2012 | La Yuriesfera

  2. El Sr. Belizón (@SrBelizon) 17/04/2012 en 9:24 am

    Buscando la grandeza de la ciencia…,

    Sábato decía eso de que (parafraseado) «cuando la ciencia se volvía más universal, más abstracta y fría para el entendimiento».

    Pero yo soy de la opinión de que por mucho que la «ciencia estricta» se aleje a priori de los ideales humanos de las emociones, «hay (como decía Darwin) mucha grandeza en esta forma de ver [entender] la vida»…, (y esto lo digo yo) «solo que tenemos que saber cómo explicarlo».

  3. CARLOS Q. 17/04/2012 en 12:08 pm

    Muy ilustrativo el ejemplo. Me extraña de Sábato ya que fue un serio opositor a la divulgación del conocimiento y a la ciencia misma. Tal vez su soberbia y su postura oscurantista y pesimista lo halla levado a escribi esta anécdota como un metamensaje que no es posible difundir el conocimiento, que no vale la pena intenarlo.
    http://adepensar.blogspot.com.ar/2009/09/murio-ernesto-sabato-el-intelectual-del.html
    CARLOS Q.

    • ceprio 17/04/2012 en 5:25 pm

      Apenas conozco a Sábato, por lo que no sabía que pensara así. De ser cierto seguro que es lo que tú dices: es un ejemplo de que no se puede divulgar (en su opinión), cuando yo prefiero tomarlo como ejemplo de lo complicado que es ^_^

    • arqueolab 17/04/2012 en 9:27 pm

      Efectivamente, la anécdota debe ser tomada como decís. Pero Sábato, en sus ensayos, manifestó reiteradamente su odio a la ciencia y al conocimiento. Su postura fue claramente oscurantista y esotérica. Posiblemente por ello haya sido un constante colaborador de las dictaduras argentinas.

  4. Jose 12/12/2018 en 9:39 am

    NO ESTOY DE ACUERDO.

    Me imagino a Einstein mismamente, pensando en su teoría de la relatividad, visualmente, mentalmente, resolviendo contradicciones con imágenes, con ejemplos.

    Es más, EINSTEIN ODIABA LAS MATEMÁTICAS, y siempre fue mediocre en esa asignatura. Toda su vida necesitó a matemáticos (incluso se casó con una), que pudieran seguir sus elucubraciones y plasmar sus ideas.

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